lunes, 11 de febrero de 2008

Zapatero cambia los muebles de sitio

La explosión en el número de asalariados y la disponibilidad de dinero barato para el endeudamiento han permitido al Gobierno de Zapatero tapar algunos de los agujeros sociales abiertos en la etapa de Aznar. El Ejecutivo confía en continuar este modelo en la próxima legislatura mediante un mayor gasto público en infraestructuras y nuevos servicios sociales, a la vez que proyecta más recortes de impuestos tanto a los asalariados como a los empresarios. La escasa respuesta social y sindical a un programa basado en la desprotección y en los bajos salarios despeja el camino a este pariente pobre del milagro económico.

Debe resultar difícil promocionar un cambio tranquilo en un país cuyas estructuras demográficas y productivas sufren un terremoto. En la hacienda heredada por José Luis Rodríguez Zapatero el número de mujeres reclutadas para el trabajo asalariado era un millón y medio inferior al actual, la afiliación extranjera a la Seguridad Social apenas rebasaba el millón de cotizantes (hoy acaricia los dos millones) y el euribor volvía sólo un 2% más pobres a quienes tenían que revisar su hipoteca (ahora se debate en el 4,4%). Estas variables desentrañan la principal característica del milagro económico español: cómo el consumo privado (empresas y hogares) ha sido el motor de la economía en el único país de la OCDE donde la capacidad adquisitiva de los salarios se ha reducido en los últimos diez años.

El mérito del Gobierno ha consistido en presentar este cambio de escala de la economía española como el resultado de una prudente y equilibrada visión macroeconómica. El verdadero milagro se ha obrado en el plano político y social. ZP ha logrado que la oposición de izquierda apoyara los duodécimos Presupuestos Generales del Estado (PGE) del Gobierno de Aznar. ¿Exageraciones? En el caso de los PGE de 2008, tan sólo dos meses separan la enmienda a la totalidad presentada por el grupo parlamentario de Izquierda Verde (IU con ICV) de su aprobación navideña a las cuentas del vicepresidente económico Pedro Solbes.

El milagro de la concertación

Fuera del Parlamento, CC OO y UGT han mantenido su fidelidad al diálogo social, herencia de los años del PP y de los celebrados Pactos de la Moncloa. Nada ha quedado fuera del consenso: leyes de dependencia e igualdad, cupos de entrada de trabajadores inmigrantes, subidas del salario mínimo y de las pensiones. Y los acuerdos salariales que, allí donde estos sindicatos tienen capacidad de negociación, se limitan a confiar en que las cláusulas de revisión compensen la pérdida de poder adquisitivo provocada por el descontrol de precios. Con un crecimiento económico menos fuerte y con menos inflación, la IG Metall alemana está proponiendo subidas salariales de hasta el 8%. “Somos el partido que más se parece a España”. La frase, marcada a hierro en el libro de estilo de Zapatero, resume la fe del Gobierno en que el actual clima de paz social se prorrogue. Pero más allá del sector inmobiliario, los primeros síntomas de alarma se extienden a la matriculación de coches, que cayó un 22% en las tres primeras semanas de enero, y a la recaudación del IVA (que ya crece por debajo del PIB).

Las medidas presentadas por el PSOE en el escaparate electoral repiten el esquema de la actual legislatura, con un acento más marcado en las políticas llamadas anticíclicas, que compensan la debilidad del consumo privado mediante un aumento del gasto público o mediante una reducción de impuestos. Pero atrapado entre dos opciones obviamente contrapuestas, el gusto gubernamental por la improvisación empieza a resultar evidente. Hace sólo un mes un miembro del equipo de Solbes descartaba a DIAGONAL que el programa electoral del PSOE incluyera medidas fiscales de peso; hoy se sabe que el cheque- regalo de 400 euros restará 5.000 millones de euros anuales a las cuentas públicas. Esta cantidad equivale al límite de gasto de las Administración Central del Estado, fijado por la Ley de Estabilidad Presupuestaria (del PSOE, con apoyo nuevamente de Izquierda Verde) en un 0,3% del PIB.

Con total desparpajo, el ministro de Trabajo, Jesús Caldera, explicaba en el programa La Ventana de la cadena SER el sentido último de la medida: facilitar el pago de la hipoteca a las familias (sic) presionadas por el aumento de los tipos de interés. Caldera también ha confiado en los efectos del Plan Estratégico de Infraestructuras y en la Ley de Dependencia para mantener el tirón del empleo en las dos patas que llevan sustentándolo en 15 años de milagro económico: el trabajo masculinizado en las obras y el trabajo feminizado, con o sin salario, en los cuidados y los servicios a las empresas. Mientras el cuerpo aguante. Los datos de la Encuesta de Población Activa muestran, en el último trimestre de 2007, descensos del 20% en el empleo en la construcción. Y la afiliación de extranjeros a la Seguridad Social (incluido el régimen de autónomos) no deja de bajar desde su máximo histórico (más de dos millones de altas) hace sólo siete meses, en junio de 2007.


Fuente: Diego Sanz Paratcha / diagonal.net

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