miércoles, 30 de noviembre de 2011

Cuando los acreedores son los rescatados


La deuda pública, muy por debajo de la media europea, ha crecido del 40% al 60% en dos años por las medidas de rescate financiero del Gobierno saliente.
F. Fafatale / Madrid Lunes 21 de noviembre de 2011. Número 161 Número 162
La deuda privada, especialmente de bancos y empresas, supone el 84% de la deuda total que ha contraído la economía española tras la burbuja inmobiliaria. 
Pero veamos cómo se distribuye la deuda total de la economía española. Daniel Gómez-Olivé, investigador del Observatori del Deute en la Globalització, ha sacado sus datos de fuentes tales como el Banco de España o el Banco Internacional de Pagos. Gómez-Olivé calcula que la deuda total española asciende al 400% del PIB, unos 4,25 billones de eurosNótese que hoy por hoy el Fondo de Rescate Europeo (FEEF) sólo dispone de 440.000 millones de euros.
De esos 4,25 billones de euros, sólo 700.000 millones corresponden a las administraciones públicas, algo menos de un billón de euros a las familias (mayoritariamente hipotecados), y el resto corresponde a empresas, incluidas las inmobiliarias (1,3 billones de euros) y bancos y cajas (1,35 billones de euros). Dicho de otro modo, “el 84% de la deuda total ha sido adquirida por actores económicos privados, siendo los bancos (con un 32%) y las empresas no financieras (con un 31%) los principales causantes del sobreendeudamiento de la economía española”.
¿Cómo ha sido posible llegar a tal situación de sobreendeudamiento? Principalmente porque Alemania alimentó, vía créditos sin control, la burbuja inmobiliaria española, explica Gómez-Olivé; “si promotores y constructores españoles pudieron endeudarse de una manera tan irracional fue por la facilidad que tenían de encontrar crédito barato. Un crédito que les venía, en gran medida, de Alemania directa [vía préstamos al sector inmobiliario] o indirectamente [prestando a bancos españoles]”, resume este investigador.
Quiénes son los acreedores
Según un informe publicado en marzo de 2011 por el Banco Internacional de Pagos (BIS), los bancos de Alemania poseían el 22% de la deuda externa neta. Le seguían los bancos de Francia con un 20%, los de los EE UU con un 17%, los de Gran Bretaña con el 14%, los de Italia con un 4% y los de otros países de la UE con un 16%. “De ahí que las llamadas de Merkel, Sarkozy, Obama y de la Comisión Europea en mayo de 2010 al presidente Zapatero para que priorizase el pago de la deuda por encima del gasto social tuvieran su efecto esperado, ya que quien llamó no fue más que el cobrador del frac”, explica Gómez-Olivé.
Entonces, si el riesgo de impago radica en el sector privado, “¿por qué los acreedores españoles e internacionales presionan al Gobierno para hacer reformas, recortes y privatizaciones, como si fuera en el sector público donde radicara la causa de todos los males?”, se pregunta el investigador de ODG. “El que el Gobierno se haya mostrado dispuesto a avalar y garantizar gran parte, por no decir la totalidad, de la deuda privada de los bancos ha supuesto que el mercado –es decir, los acreedores de la deuda española– esté ejerciendo presión sobre las finanzas públicas, para que estén más saneadas que nunca, por si finalmente el Estado tiene que salir al rescate de impagos de la banca privada española”.
En cuanto al déficit público (diferencia entre los ingresos y los gastos de todas las administraciones públicas), en tan sólo dos años, el Estado español ha pasado de tener un superávit del 2% en 2007 a un déficit del 11% en 2009. Esto es así en parte por las ayudas al sector bancario, que el investigador cifra en un mínimo de 100.000 millones de euros. Así, a finales del 2010 el déficit fiscal se situó en el 9,2% del PIB español (98.227 millones de euros), cuando la media de la UE es del 6,4%.
La deuda pública española, de aproximadamente el 60% del PIB, es de las más bajas de los países de la zona euro. Por ejemplo, la de Francia está en el 82%, la de Alemania en el 83%, la de Bélgica en el 97%, la de Italia en el 119% o la de Grecia en el 143%. La media de la UE era del 80% y la de la zona euro del 85%. Según Gómez-Olivé, la deuda pública española ha aumentado del 40% en 2008 al 60% en 2010 “precisamente por la necesidad del Gobierno central de emitir deuda pública para poder hacer frente a las ayudas a los bancos privados y al aumento del déficit. Aun así, se prevé que la deuda pública se situará por debajo del 70% del PIB a finales de 2011.
¿Por qué se acosa a la deuda?
La explicación de Gómez-Olivé a la pregunta de por qué se castiga una deuda por debajo de la media europea es que “los bancos alemanes y franceses son los que mayor deuda tienen contraída con la economía española. Son ellos los que presionan para que la economía pública española esté saneadapara el caso que el Estado español se haga cargo de la deuda privada de los bancos españoles de la que ellos mismos son también acreedores”.
Además, el analista destaca que “los bancos e inversores españoles son los principales acreedores de la deuda pública española, al poseer un 55% de la misma. Como acreedores obligan al Gobierno a que priorice el pago de las deudas que el Estado tiene con ellos por encima de su obligación básica, que es la de cubrir las necesidades sociales básicas de la población”. Por último, desde ODG, Dani Gómez-Olivé i Casas aclara que cuando se habla de “presión de los mercados financieros”, esa presión también tiene nombres y apellidos españoles: Emilio Botín, del Banco Santander; Francisco González, de BBVA; Rodrigo Rato, de Bankia; o Isidre Fainé, de CaixaBank.

LA ASIMETRÍA EN LO QUE SE DEBE
DEUDA PRIVADA
Según un informe de marzo de 2011 del Banco Internacional de Pagos, cabe resaltar que el 89% de lo que la economía española debe a los bancos extranjeros, cerca de 715.000 millones de euros, lo debe el sector privado español. Los acreedores principales son los bancos alemanes, franceses y estadounidenses.
DEUDA PÚBLICA
La deuda pública —que representa lo que las administraciones públicas deben tanto a acreedores españoles como internacionales—, se situaba a 31 de diciembre de 2010 en el 60,1% del PIB español. De hecho, la deuda pública española es de las más bajas de los países de la zona euro, a pesar de la fuerte subida registrada desde 2008.

Fuente: quiendebeaquien.org / insurgente

miércoles, 18 de noviembre de 2009

El PP es un partido enemigo

Un buen amigo que sabe de esto de titular noticias y del sentir de los lectores de izquierda, me pidió hace unos días que cambiara el título de este artículo. En un principio se iba a llamar “El PSOE es un partido enemigo” pero, tras leerlo, me disuadió que le cambiara las siglas, para dejarlo tal y como aparece ahora: “El PP es un partido enemigo”, porque así iban a acceder –me dijo- mucha más gente a leerlo. Incluso me puso algunos ejemplos de medios alternativos donde hay más lectores para noticias donde la corrupción es del PP y se ilustra con la cara de Aznar, que cuando es la del PSOE con el retrato de Zapatero.


Y me lo dijo desde el convencimiento que a las personas de izquierda, aquellas que de verdad aborrecen el capitalismo y cada una de sus miserias, les duele reconocer que el PSOE es su enemigo. Intentan desesperadamente ver diferencias que justifiquen que, al fin y al cabo, no es lo mismo, que hay matices, alguna que otra ley por aquí, algún derecho por allá, y que el PP sí que es aborrecible sin más. De otra forma, sería como pensar que somos tan pero tan pocos, que se asustarían.


El análisis debería abordarse desde una perspectiva de clase, y decir que el PP es el partido de la burguesía clásica, con apego al nacional-catolicisimo y a los valores más retrógrados, con votantes nostálgicos del franquismo; y que el PSOE es un partido de las clases medias urbanas, de funcionarios, de sectores subvencionados para que no hagan barullo, que es votado por trabajadores con un profundo desclasamiento, y por la nueva burguesía surgida al albur del acomodo de España en el imperio de la Unión Europea, eso sí, barnizado con modernidad y diseño, para que sea más digerible.


Una conocida afiliada del PSOE me decía hace unos días, al comentarle que era muy sintomático que la principal plaza de la ciudad la ocupase una estatua ecuestre de Primo de Rivera, que con el PP sería peor porque habría una de Franco y otra de Mussolini. Con esa idea de que el PP siempre lo hará peor, vive el voto de millones de personas (para mayor gloria de gentes con hermoso patrimonio, que se ríen de la crisis, como esta afiliada a le que a estas altura le da igual Primo de Rivera que su hermana). El análisis de las políticas económicas coincidentes en PP y PSOE, es tapado por las bodas gays, y el apoyo de ambos a la OTAN, los borbones y la gran banca, es algo que hay que olvidar para hablar de Iraq y Aznar. Si el PP privatiza es porque son neoliberales, pero si lo hace el PSOE es para dinamizar la economía. Si el PP firma acuerdos con la cúpula fascistoide de la iglesia católica es que forman parte del mismo entente, pero si lo hace el PSOE es para que no haya descontento. ¿Cuántas veces hemos oído esto?


Con respecto a los medios de desinformación masiva pasa lo propio, si la información es de El País, la SER o Público, parece que tiene más legitimidad que si se hace desde El Mundo, la COPE o Libertadigital. Es como si el primer bloque fuese más cercano a nosotros, ¿verdad? como si por su sangre pro-sistema corriese aún algo de color rojo. Una falacia.

La misma persona que me dijo lo del título, comentó que para él, en este momento, el llamado mundo progre (con el PSOE y sus medios) es mucho más peligroso que el de la derecha, porque utiliza una supuesta cercanía para apuñalarte, porque siempre está disfrazado, los otros, en cambio, están en la otra trinchera tal cual son; los progres conocen nuestras virtudes y miserias (muchos de sus ejecutores son gente de izquierda arrepentida, renegada y, finalmente, abducida por el sistema) y nos machacan, con talante y sonriendo, con el voto útil y el apoyo crítico, pero nos machacan; los otros son los enemigos de siempre, no hay duda, se reconocen con facilidad y sino, nos lo recuerda El País del domingo. Y me invitaba a pensar en las movilizaciones que habría en este país con un 19% de parados si gobernase el PP.


Hasta que la izquierda no supere esta etapa de dependencia con “el hermano mayor a veces un poco descarriado”, no podrá desarrollar un proyecto autónomo. Un proyecto que ubique a ambos, PP y PSOE, en la trinchera enemiga, sin perderse en buscar matices que en el fondo son señuelos para que nos dividamos. Por eso, el papel de algunas organizaciones políticas y sindicales como meros bastones del PSOE, resulta abominable. Se convierten, muy a pesar de miles de militantes honrados, en meros mamporreros para que sus dirigentes y las propias organizaciones puedan seguir sobreviviendo (económicamente). Pactar con alguno de esos dos partidos es mancharse pero, sobre todo, retrasar el resurgimiento de una izquierda de clase y combativa, tan necesaria en este momento de crisis del sistema capitalista.

Fuente :
Jorge López Ave / insurgente.org

lunes, 9 de noviembre de 2009

Muros ruidosos, muros silenciosos

Desde su construcción, en 1961, en plena Guerra Fría, el Muro de Berlín fue noticia diaria. Día tras día, año tras año, los medios occidentales de comunicación nos «informaron» sobre el mismo: el muro de la vergüenza, el muro de la infamia, el telón de acero, los muertos al intentar huir, la maldad intrínseca del comunismo... Cuando se inició su caída, el 9 de noviembre de 1989, el acontecimiento fue retransmitido hasta el hastío y celebrado en directo como la victoria del «mundo libre», y, de paso, como el triunfo definitivo del capitalismo. Marxismo, socialismo, lucha de clases, imperialismo, explotación... todo eso eran antiguallas ante el famoso «fin de la historia» de Francis Fukuyama, que proclamaba que un pensamiento único, el «pensamiento de mercado», se mantendría hasta el final de los tiempos: la historia, entendida como conflicto, había llegado a su fin.
Veinte años después, la Unión Europea conmemora el evento con multitud de festividades y hasta subastas de trozos de hormigón de la pared en cuestión, cuyo derrumbe nos trajo, al parecer, la «libertad». Pero ocurre que el aniversario coincide con la gravísima crisis acarreada por ese «fundamentalismo de mercado», como lo llama Hobsbawn, vencedor tras la caída del muro berlinés, que ha traído consigo la liberalización financiera y el desplazamiento de la voracidad capitalista al mundo entero. Y que, además, concuerda con la ratificación del Tratado de Lisboa que, en plena supuesta crisis del modelo, refuerza la Europa neoliberal, aumenta la militarización y la exclusión, subordina el bienestar y la justicia social a la tiranía del Producto Interior Bruto, endurece las políticas represivas y, ya que de muros hablamos, acelera la construcción de la «Europa Fortaleza», es decir, crea infranqueables muros, reales o virtuales, que cierran fronteras, violan el derecho de asilo, criminalizan a los inmigrantes y los encierran hasta su expulsión en centros de internamiento, verdaderos agujeros negros del Estado llamado de derecho que impulsa la directiva europea conocida como la «Directiva de la Vergüenza».
Pero de esos muros no se habla, o se habla poco: son muros silenciosos. Son muros mucho más largos, altos, dañinos y mortíferos que el de Berlín; pero son muros silenciosos y, a menudo, son muros admitidos e incluso aplaudidos.
En los 27 años que se mantuvo el muro berlinés, hubo 79 muertes, de las que se nos informó una tras otra, hasta la saciedad: eran víctimas del comunismo. Entre 1989 y 2007 han fallecido, que se sepa, 15.000 inmigrantes frente a las fronteras europeas; 15.000 muertes ejemplarizantes, al parecer, de las que, según el tono que de los informativos se extrae, son culpables los propios fallecidos; no víctimas. No olvidemos que en la Unión Europea la libre circulación es para capitales, empresas y mercancías; no para personas que huyen de la miseria y las guerras, de las que Europa es, sin duda, responsable. Y que para ocultar esa realidad ahí está esa otra forma de muro, el muro mediático e ideológico, que invisibiliza la tragedia, separa y justifica, y convierte en meros números estadísticos a todos esos representantes de los «condenados de la tierra» como los llamaba Franz Fanon; incluidas mujeres embarazadas y niños.
Ese muro «invisible» justifica las vallas de seis metros de altura de Ceuta y Melilla, con su tecnología sofisticada, sus cámaras infrarrojas y sus difusores de gases lacrimógenos, y en las que el «uso desproporcionado de la fuerza» ha causado decenas de muertos... que, al parecer, no merecen la categoría de «víctimas» de la «política securitaria» de la Unión Europea, en la que colabora el Estado español en colaboración con el régimen de Marruecos... Ése que recibe ayudas millonarias por controlar la inmigración y que, hace cuatro años, abandonó en el desierto sin comida ni agua a 500 subsaharianos...
Ese muro «invisible» posibilita la ocultación de ese terrible muro marroquí de 2.700 km., construido hace 20 años por Rabat para saquear los yacimientos de fosfatos y la riqueza pesquera, y perpetuar la ocupación y represión del pueblo saharaui. Esa zona militar de vallas, búnkers y alambradas, vigilada por miles de soldados, está «protegida» por miles de millones de minas antipersona, que en teoría prohíben las convenciones internacionales pero que diariamente causan muertos y heridos... muertos y heridos que, por misterios de la semántica (¿o quizá de la economía o la geoestrategia?), tampoco alcanzan la superior categoría de «víctimas», en este caso del terrorismo marroquí.
Esa barrera «invisible» (pero muy elaborada) permite a Israel seguir ampliando los muros del apartheid en la Palestina ocupada, crear bantustanes en Cisjordania, continuar con los asentamientos ilegales, realizar bloqueos, hurtar el agua y aplastar y asesinar al pueblo palestino como durante la ofensiva de la franja de Gaza (1.500 muertos). No importa que la Corte Internacional de Justicia de La Haya haya ordenado detener la construcción del muro dentro de los territorios ocupados y desmantelar lo ya levantado. El lobby israelí-norteamericano pesa lo que pesa y, mientras ser declarado criminal de guerra serbio o serbobosnio y juzgado como tal es relativamente sencillo, los crímenes de guerra israelíes no son de momento ni juzgables ni punibles... que para eso están el derecho a veto de EEUU en la ONU y otras «insuficiencias» de la legislación internacional. Y es que tanto la categoría de «víctima» como la de «terrorista» o la de «criminal de guerra» dependen del color del cristal con que miren los que mandan. Todos sabemos que Bush, por poner un ejemplo, es un criminal de guerra; y también sabemos que jamás le van a juzgar... ni a Aznar, el «gran aliado de la superpotencia en genocidios y masacres», como le llama Fidel Castro. Como sabemos que a ese Obama que mantiene el centro de detención de Guantánamo, y apoya la «guerra sin fronteras» del Pentágono, la construcción de nuevas bases militares en Colombia y el aumento de la ayuda militar a Israel le han dado el Nóbel de la Paz, convirtiendo sus guerras en «acciones humanitarias».
Apoyados por esos muros ideológicos, económicos y raciales que los medios de comunicación contribuyen a hacer o deshacer, potenciar o invisibilizar, alentar o criminalizar, en los Estados Unidos de Obama, los más de mil kilómetros de muro construidos para impedir el flujo migratorio de México a EEUU no han hecho sino desviar las rutas de cruce hacia el desierto y aumentar el número anual de migrantes muertos (van por los 400 al año). Es lo que llaman (que para todo tienen nombre) la política de prevención por medio de la disuasión; es decir, levantar barreras cada vez más sofisticadas e infranqueables para obligar a la gente a atravesar por las zonas más peligrosas con el objetivo de que las numerosas muertes disuadan a los próximos migrantes. Si a esto le añadimos el hecho demostrado de que con los indocumentados interceptados se cometen todo tipo de violaciones de los derechos humanos por parte de la policía fronteriza y que las mismas quedan impunes en su mayoría, pues no hacemos sino confirmar, una vez más, que el eco que se hace de los «muros de la vergüenza» y la consideración de víctimas o de simples ilegales/indocumentados/huidos que se otorga a quienes los padecen tiene directamente que ver con su procedencia, clase social y/o carácter de su migración.
Y aún hay otros muchos más muros que han «sustituido» al de Berlín, pero que se ocultan tras los muros de incomunicación mediática: el conocido como «muro de Berlín de Asia», que se extiende por casi la mitad de los 2.900 km. de línea fronteriza entre India y Pakistán y que Nueva Delhi piensa seguir construyendo, con la aquiescencia de EEUU, interesado en potenciar las divisiones entre Pakistán y la India; la barrera de seguridad de 9.000 km., la más larga del mundo, que convierte a Arabia Saudita en un reino amurallado; el muro anti-inmigración entre Botswana y Zimbabe; los que han levantado en Bagdad entre los barrios de mayoría chiíta y los de mayoría sunita; el que divide Chipre de norte a sur; los 1.100 km. de alambradas reforzadas con sembradíos de minas antipersona colocados por Kirguistán; y, cómo no, todas esas gated communities (barrios cerrados) discriminatorias, custodiadas por hombres armados, que se extienden por el mundo entero y cuyo paradigma podrían ser esos muros que están construyendo en Río de Janeiro para separar las zonas empobrecidas de favelas de las de mayores recursos...
Veinte años después, los muros de Berlín se han multiplicado por todo el planeta; los visibles y los invisibles; los reales y los simbólicos; los que separan a los pobres de los ricos; los que aíslan a ciertos países en base a su poco interés económico... los que segregan para aplastar a pueblos y lenguas minoritarias, como ocurre en Euskal Herria, donde, con el increíble cuento de «proteger el castellano», están colocando una vez más al euskara en la pendiente de la marginación y la desaparición.
Veinte años después, todos esos muros no demuestran sino el fracaso del poder y sus gobernantes en sus políticas migratorias, sociales, laborales y de defensa de los derechos de los pueblos. Al pueblo nos corresponde conducirles por la vía del diálogo, el acuerdo y la negociación.
Fuente: kaosenlared.net

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